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El baúl de Mawey

Un cuento con cuento

UN RELATO CON CUENTO
[Advierto que no he podido evitar escribir dos cuentos, uno para niños junto a un relato para mayores. Comencemos pues:

Erase una vez la historia del...

EL CUENTO DEL ARMARIO.
 
- Papá, ¿por qué no me cuentas un cuento?
- ¿Cuál quieres que te cuente?
- ¡ ...mmm... inventado!
- Vale -el padre se queda pensativo-, pero cuidado que este es de miedo eh.
- ¡Vale! -sonrisa de la niña.

 
"Érase una vez, una niña llamada..."
 
- María -dice la niña-. Eso -responde el padre-.
 
"Érase una vez una niña llamada María, que vivía con su madre en una ciudad muy grande,
 tan grande que la niña nunca supo donde terminaba. Solía jugar en su cuarto con sus muñecos
 y cacharros. A veces se aburría mucho porque no tenía hermanos, y su madre estaba siempre
 muy atareada. Su padre había desaparecido hace tiempo."
 
-¿Sabes por qué?
-¡No, por qué!

 
"Su madre le había contado cómo su padre se fue un día a buscar un cuento perdido, y nunca más regresó."
 
- ¿Un cuento? que tontería, papá -sonrisa burlona de la niña, que no se lo cree-. Sigue, sigue.
-¿Sigo?
-Sí, venga.
-Bien.

 
"...Una mañana estaba la niña jugando tranquilamente en el dormitorio, cuando de repente,"
 
-¿Sabes que pasó? Pues...

 
"...¡En el interior de su armario, sonó un extraño ruido!"
 
- ¡Anda! ¿Y qué era?
- Espera.

 
"La niña, asustada, corrió buscando a su mamá.
- ¡Mamá, mamá, en el armario he oído algo raro!
- Ahora voy a mirar -su mamá no parecía tener prisa-, y al llegar al dormitorio, la madre abrió el armario."
 
- ¡Uh! -grita el padre. La niña pega un brinco.
- No hagas eso más, papá, jolines.
- vale hija, ¿seguimos?
- Sí, sí.

 
"- ¿Ves? no hay nada -dijo la madre, apartando la ropa-. La niña miraba a la vez en el interior, y por fin quedó medio convencida.
Cuando su mamá regresó a la cocina, María se quedó sola y silenciosa, de pie en medio del cuarto, mirando alrededor. Entonces... ¡Se dio cuenta de algo especial!"
 
- ¡El qué, el qué! -pregunta ansiosa la niña.
- espera.
- ¿Sabes que vio?, mejor dicho, ¿sabes que no vio?
- ¡El qué el qué!
 
"En la estantería donde estaban todos sus cuentos... no había ninguno!.
Maria, la niña, pegó un brinco, asustada. ¿Dónde estaban sus cuentos?
¡Pero si hace un momento estaban allí mismo! Miró el armario y recordó el ruido de antes,
y decidió abrir sus puertas, llena de miedo. Con una linterna en una mano,
comenzó a buscar entre la ropa amontonada: jerseys, chaquetas, bufandas, mudas...
María se metió en el interior, gateando entre los abrigos y los trajes de su padre,
pero no encontró nada especial."
 
- Qué rabia, ¿no? -dice el padre, ante la cara de asombro de la niña.
- Sigo contando:

 
"Cuando de repente..."
 
- ¿Sabes que pasó?
- ¡El qué, el qué!

 
"...apoyó sus manos en el fondo del armario... ¡ y la pared se movió!
¡Qué susto! Pero aun así, la niña no salió corriendo, y con la linterna iluminó
el hueco abierto detrás de la pared.
Solo se distinguía un túnel muy oscuro y pequeño que parecía bajar formando una escalera de caracol.
Sin pensarlo María bajó muy despacio por la escalera.
A medida que iba bajando, su corazón sonaba como un tambor. Su curiosidad podía al miedo."
 
- Era muy curiosa, como tú.
- Jo papá, sigue -codazo y sonrisa de la niña.
- Bien, pues...

 
"María fue bajando los peldaños; mientras lo hacía, pudo distinguir un resplandor que iba en aumento,
y que parecía provenir del final de la escalera. La luz era tan fuerte que ya no necesitaba
su linterna. De repente, Se paró.
Los escalones se terminaron. Allí delante había un salón enorme y oscuro,
iluminado por la luz del fuego de una chimenea. El suelo del salón estaba repleto
de cientos de libros tirados, desordenados y rotos."
 
- ¿Y sabes que libros eran?
 
"¡Eran sus cuentos perdidos! Al principio, Maria no se atrevía a dar un paso.
Paralizada por el miedo, miraba alrededor. No escuchó ningún ruido sospechoso... tan sólo
el sonido de las llamas de la chimenea donde algo se quemaba crujiendo,
mientras la luz del fuego bailaba haciendo extrañas sombras en el techo."
 
- ¿Sabes que estaba ardiendo en la chimenea?
 
"En la chimenea estaban ardiendo un buen montón de cuentos suyos.
¿Quién había llevado allí sus libros? ¿Quién había encendido el fuego para quemarlos?
Quien fuera, había entrado por el armario para quitarle sus libros, y debía estar cerca... "
 
- ¡Qué miedo!
- No te asustes, que estás conmigo -sonrisa del padre-. Sigo.

 
"La niña se acercó muy despacio, dando un paso, luego otro, después otro más...
Al acercarse a sus cuentos tirados en el suelo, tomó en sus manos uno de ellos, pero, ¡oh, no!"
 
- Qué pasó papá, qué pasó.
 
"¡Habían desaparecido todos los dibujos y personajes del cuento!. La niña comenzó
a mirar todos los cuentos con nerviosismo, entre enfadada y asustada.
- ¡Cómo es posible! -se dijo-, ¡mis cuentos están vacíos, no tienen nada!
Cuando de repente, encontró uno que aún conservaba un personaje:
Era uno de sus cuentos preferidos, aquel que le contara su papá muchas veces por la noche:
El cuento de la pequeña princesa convertida en rana saltarina.
La ranita había escapado por los pelos de la quema, gracias a que era muy rápida saltando.
- ¡Corre María, corre, sácanos de aquí, nos tienen atrapados a todos! -le gritó la rana a la niña.
La niña, asustada, no sabía que hacer, y preguntó a la rana:
- Pero, ¿dónde estáis atrapados?
-Aquí, aquí mismo, ¿no lo ves?
Pero la pobre niña no veía nada. De pronto, el fuego comenzó a crepitar más fuerte,
y un libro que se estaba quemando saltó disparado de la chimenea para caer
en las mismísimas narices de María.
La niña lo recogió sorprendida. ¡Pero si no estaba quemado!"
 
- Anda... -la niña tiene la boca abierta.
 
"Pero al abrir María el libro, este tenía las páginas en blanco, y lloraba de pena."
 
- pfffff un libro que llora, que tontada papá.
- Espera, espera, ya verás.

 
"Las letras... resbalaban de pena por el suelo! Si, se caían las letras poco a poco,
mientras el libro decía entre gemidos:
- ¡Me han quitado el argumento y mis personajes... !"
 
- Qué es el argumento, papá.
- Pues el alma del cuento, hija. Sigo.

 
"María miró asustada hacia aquel extraño fuego. Sus llamas parecían hacerse
más y más grandes, el fuego parecía crecer, y la niña tuvo la sensación de que
la estaba observando.
- ¡Corre! -gritó la rana.
La niña recogió como pudo, dentro de un pañuelo de papel, las letras
que aquel cuento había llorado, y metiendo a su querida rana en el bolsillo
salió corriendo hacia la escalera de caracol. Pero al llegar a ella..."
 
- ¿Sabes que pasó?
- No, ¿Qué?
 
"...¡La escalera de caracol había desaparecido! En ese momento las llamas se volvieron
terriblemente grandes y azuladas mientras salían de la chimenea, cubriendo todo el techo
del salón. El fuego gritó a la niña:
- ¡Cómo te atreves a molestarme!
El grito fue tan fuerte y profundo que la niña corrió y corrió por toda la estancia sin saber
qué hacer, hasta que sin pensarlo dos veces se metió en el único rincón que pudo encontrar:"
 
- ¿Sabes cuál era?
- ¿Cuál?

 
"¡La chimenea!
- ¡Noooo! -gritó la rana-. Pero ya era tarde. El fuego se hizo cada vez más fuerte mientras
rodeaba a la niña, gritando entre malvadas risas:
- Tú eras el último personaje que me quedaba por quemar...
Y en medio de una luz muy intensa y malvada, la niña ¡desapareció!."
 
- Enciende una luz papá, que me esta dando miedo.
- No, porque es un cuento de miedo; pero coge mi manga si quieres.

 
"Pero...
No, María no había desaparecido, porque el suelo de la chimenea se hundió de golpe.
La niña resbaló por un túnel oscuro como si fuera un tobogán, y fue a parar a... ¡plaf!.
Cuando llegó abajo, el suelo estaba blando.
Un montón de letras y dibujos grises se amontonaban en el suelo.
La niña, asombrada, iluminó con su linterna el suelo, pero casi no le quedaban pilas.
El suelo estaba lleno de..."
 
- ¡Increible! ¿Sabes qué?
 
"...¡de todos los personajes de sus cuentos! Palabras, títulos, portadas y personajes,
todos tirados, sin color alguno. Ninguno se movía, solo se escuchaban sus gemidos.
Incluso su ranita parecía que iba perdiendo poco a poco su color.
- Moriremos olvidados para siempre... haz algo María -dijo la rana entre gemidos, haciendo un gran esfuerzo.
La niña aterrada, no sabía que hacer.
Iluminó las paredes de aquel recinto: No había puertas, ni ventanas, nada, no se podía subir
por el tobogán, pues estaba en el techo. Su linterna iluminaba cada vez menos.
Era imposible. No vería nunca más a su madre. Nunca mas leería un cuento.
Y María comenzó a llorar y a llorar sin parar, llena de pena."
 
- Entonces, ¿sabes que pasó?
 
"Las lágrimas de la niña comenzaron a resbalar por sus ropas,
y mientras resbalaban iban recogiendo los colores del vestido.
Parecían pequeñas perlas rojas, azules, doradas, verdes, amarillas...
todas sobre su pecho y su falda.
Entonces María tuvo una idea. No se le ocurría otra cosa mejor. Con un dedo
fue recogiendo sus lágrimas teñidas de color, para dejarlas caer sobre los grises
personajes de sus cuentos, tirados por el suelo.
Y estos, poco a poco, fueron tomando vida. Cuando María quiso darse cuenta,
¡estaban danzando, correteando por toda la oscura habitación! ¡Aquello parecía una fiesta!.
La ranita, viendo que a la niña se le agotaban las lágrimas, dijo:
- Por mucho que nos pintes... no podremos salir de aquí.
Aquello puso tan triste a la niña que no paró de llorar. Eran tantas las lágrimas que los
personajes siguieron coloreándose y recobrando la vida.
Hasta que ya no quedó sitio para una sola lágrima más.
Entonces, el libro que había llorado en el salón, antes de cerrarse para siempre, dijo sus últimas palabras:
- María, pinta con mis palabras una ventana muy grande en alguna pared.
Así lo hizo la niña. Tomó con sus manos las palabras del libro, y en una de las paredes
de la habitación, colocó las palabras una a continuación de otra, dibujando con ellas
una enorme ventana. Después, con alguna de las lágrimas que aun le quedaban en los ojos,
pintó los cristales de azul cielo, y con las últimas letras que había guardado de aquel libro,
compuso la siguiente frase:
"Esta ventana será mi imaginación".
Cuando de pronto... "
 
- ¿Sabes que pasó?
 
" ...la ventana inventada se abrió de golpe, y la luz iluminó todo el cuarto;
todos los personajes revivieron llenos de color, mientras corrian para escaparse
atravesando la ventana, alocadamente, dando gritos de alegría.
- Corre -le dijo la rana a la niña-, que el fuego viene por el túnel; hay que salir
antes de que nos alcance.
Efectivamente, el fuego bajaba por el túnel del techo y se acercaba muy enfadado y
echando humo, gritando sin parar.
La niña esperó a que el último y más querido de los personajes de sus cuentos
se escapara, pero la ranita no quiso salir.
- Yo cerraré la ventana para que el fuego no salga nunca más y así no pueda
quitarte tus cuentos de nuevo -dijo la rana a María.
Y mientras dijo esto, empujó muy fuerte a la niña para que saliera y cerró
tras de sí la ventana de un golpe.
La niña se puso a gritar llamando a su querida rana, pero de repente, miró a su alrededor,
sorprendida."
 
-¿Sabes donde estaba?
 
"¡Se encontraba otra vez en el interior del armario!
Sus puertas estaban abiertas de par en par. Entraba mucha luz al interior.
Desde allí la niña pudo ver la estantería del cuarto donde se encontraban,
bien ordenados y limpios, como nuevos, todos sus cuentos. Todos, menos uno:
El cuento de la ranita.
A pesar de la pena que sentía, la niña comprendió el gran valor que su ranita tuvo,
como siempre, para que los demás pudieran salvarse.
María salió del armario y fue corriendo a ver a su madre.
- ¡Mamá, mamá, he conseguido rescatar a todos mis cuentos del fuego malvado!
- Qué bien -le dijo su madre mientras planchaba.
- ¿Y sabes qué? ha sido gracias a la ranita del cuento que papá me contó;
si no es por ella, no estaríamos aquí.
María sonreía muy orgullosa, y regresó corriendo al dormitorio para leer de nuevo,
uno por uno, todos los cuentos de su estantería.
Se prometió que nunca más olvidaría los cuentos de su infancia.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado."
 
- ¡Fin! ¿Te ha gustado?
- Sí, mucho -dice en voz baja la niña, abrazada a la manga de su padre.
- Pues ahora salgamos un rato a jugar, ¿vale?
- Vale -responde la niña.
 
 La niña sale corriendo a ver su madre y la dice muy contenta que papá
le ha contado un cuento nuevo, jugando al escondite en el armario
ropero del dormitorio.
Su madre la sonríe y la abraza, y mientras María sale corriendo a jugar,
se le escapa sin querer una lágrima, al reconocer en su hija
los rasgos de su padre, y su misma imaginación.
Aunque hace muchos años que ya no está con ellas.
 
Fin. (del segundo cuento)
 
M.A.W. "mawey" 15 de Octubre del 2004®

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